La probidad, en términos generales, es
la rectitud y moralidad a que tiene que ajustarse la conducta humana,
y en lo público, la que debe observarse en el ejercicio de funciones
públicas. Parafraseando a Platón, el problemas radica, es casi todas
las zonas educativas continúan siendo "gobernadas por los peores
hombres" y nosotros nos hemos desentendido de eso.
Sin duda que no
bastaban las luces, pues el talento se puede utilizar para enriquecerse
egoístamente o incluso para oprimir a los demás o justificar y mantener un
mundo de ambiciones e injusticias.
Y como muy bien dijo Bolívar, “el talento
sin moralidad es un azote” que en nuestro caso está haciéndole daño a la
educación.
Coincido con Antonio Pérez Esclarin cuando dice que “no es
suficiente con que todos los niños y jóvenes vayan a la escuela. Ni basta
tampoco con darles de comer y dotarlos de libros y computadoras...”
La pluma de Bolívar prodigó numerosos elogios a los auténticos
educadores, cuya misión es la más noble de todas: `formar el espíritu y el
corazón de la juventud´.
Moral y luces siguen siendo nuestras principales y más urgentes necesidades
"En consecuencia, Bolívar daba más importancia a
las buenas costumbres del maestro, a que fuera un ejemplo de vida, que a sus
títulos y estudios” señala Pérez Esclarin.
Para Bolívar, el educador tiene que ser “ más que sabio, un hombre distinguido por su educación, por la pureza de sus costumbres, por la naturalidad de sus modales, jovial, accesible, dócil, franco, en fin, en quien se encuentre mucho que imitar y poco que corregir”.
Mi pregunta directa es ¿Cuántos de nuestros dirigentes de la
Educación son ejemplos de vida? Solos puedo decir, lo fatal que sería para
nuestra juventud imitar a aquellos que tienen tanto que corregirse y lo
contradictorio que es promover una Consulta por la Calidad Educativa, con paupérrima
dirigencia educativa. Una dirigencia extremadamente marginal que práctica a diario la pobreza espiritual y está más pendiente de sus mezquinos intereses personalistas que de contribuir a mejorar
la calidad educativa.
La realidad es tan notoria que muchos de los beneficios que el gobierno entrega para favorecer a las grandes mayorías, lamentablemente se quedan en el camino por el surgimiento de una nueva casta de falsos revolucionarios que se visten de rojo, simplemente
para engordar sus bolsillos con los dineros del pueblo. Y lo peor, es que muchos
casos, que se han denunciado públicamente, con pruebas
irrefutables, generalmente recogidas por la Contraloría Social, extrañamente quedan en la impunidad y sin aplicación de ningún correctivo.
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