viernes, 19 de julio de 2013

El reto de cambiar la formación inicial del docente y cambiar a la escuela al mismo tiempo

El presidente Hugo Chávez iniciando su gobierno acabó con el cobro de las matriculas escolares en los planteles públicos. Entre sus logros está la creación de las Escuelas Bolivarianas, el incrementó en un veinticinco (25) por ciento la matricula escolar en el sector público, la erradicación del analfabetismo del territorio nacional, dotó a los escolares de libros de texto y de computadoras Canaimas entre tantos logros alcanzados.

Sin embargo, no hemos logrado “cambiar la formación inicial del docente y cambiar a la escuela al mismo tiempo” como plantean los expertos sobre el tema del cambio y la transformación educativa. Sobre este particular la Ley Orgánica de Educación (LOE), bajo el principio de Estado Docente establece facultades a los ministerios de Educación Básica y Educación Universitaria de asumir la política de formación docente.

Por otra parte, el artículo 37 de la LOE señala que “la formación de los y las docentes del Sistema Educativo se regirá por una ley especial que al efecto se dicte y deberá contemplar la creación de una instancia que coordine con las instituciones de educación universitaria lo relativo a sus programas de formación docente”.

La segunda disposición transitoria de la LOE, establece que en un lapso no mayor a un año a partir de la promulgación de la presente Ley, se sancionará y promulgará las legislaciones especiales referidas en esta Ley”

Ahora bien, el 15 de agosto se cumplen cuatro (4) años de la promulgación de la LOE, sin que se apruebe La Ley Especial sobre Formación del Docente.

En mi opinión, estamos en un momento oportuno para plantear una Constituyente Educativa, que transcienda más allá de las leyes especiales o del reformismo de los Estatutos Orgánicos de los Ministerios de Educación Básica y Educación Universitaria considerando toda la cadena de procesos desde el aula hasta los despachos ministeriales.

Todavía se mantiene intacta una estructura anacrónica, vieja y cancina como son las Zonas Educativas. 

Tal estructura creada en la década del 70´ resulta hoy inoperante. Los Municipios Escolares, asumen más funciones ejecutivas que de supervisión escolar. 

El viejo Estado Burgués está vivito y coleando en una dinámica entrampada donde el tareismo absorbe y a la vez distrae.

No resulta descabellado, plantear en una Constituyente Educativa la desconcentración administrativa a nivel municipal en cargos de libre nombramiento y remoción, la cual estaría separada de la función supervisora.

La experiencia, me permite afirmar que el común de los supervisores se desenvuelven bajo un enfoque  autocrático, manipulador, controlador y punitivo que distorsiona la función de orientar profesionalmente el proceso de enseñanza – aprendizaje.

Resulta necesario, crear una estructura acorde a las necesidades del Subsistema de Educación Básica complementada con Manuales de Normas y Procedimientos y unos sólidos mecanismos de control. Emplear una plataforma tecnológica que automatice todos los procesos.

Para cambiar la escuela no puede faltar la aplicación de un Sistema de Evaluación Institucional para evaluar y/o medir los indicadores de gestión establecidos en los planes, programas y proyectos.

En el caso de la Evaluación de Desempeño del personal docente, la misma no debe limitarse a sólo ser aplicada a los docentes interinos sino debe ser extendida a todos los docentes tanto de aula y como en función supervisora, con su respectivo incentivo económico que nos equipare a los obreros y administrativos. 

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